“Aikido es amor.
El camino del arte marcial es completar la propia misión, haciéndose uno con los grandes espíritus del universo y los protectores del amor. Aikido es el camino de vencer sobre sí mismo, eliminando el espíritu de confrontación y finalmente erradicando todos los pensamientos de rivalidad y oposición completamente.
Las técnicas de Aikido transmiten al cuerpo físico los principios del universo. Ellas combinan el espíritu y la carne en uno y nos llevan hacia la más alta manifestación, nuestra propia misión”.
O’Sensei Morihei Ueshiba
Aikido
Es un arte marcial japonés – no competitivo, orientado a la defensa – creado por Morihei Ueshiba aproximadamente en la década de 1930. Desarrollado a partir del Daito Ryu Aiki-jujutsu, antigua escuela de entrenamiento Samurai, y el ken-jutsu, técnicas de sable, sumándole a éstas sus experiencias en los movimientos de lanza, bayoneta y bastón. Las técnicas realizadas, en la práctica del aikido, siempre son de mano vacía, siendo básicamente llaves y proyecciones -realizadas de manera dinámica y de forma circular-
Unido al entrenamiento, Ueshiba introdujo aspectos morales y espirituales a este arte; enfatizando, así, el desarrollo de la persona y la armonía, propia y con el entorno. Este es el principio más básico del arte, aún cuando parezca paradójica la idea de una disciplina marcial que se esfuerce por la paz y la armonía.
La práctica indica el camino para esta búsqueda, pero no da la respuesta. Cada practicante deberá, entonces, buscar su propia definición.
Los estudiantes avanzados utilizan como atuendo un hakama, que es una falda-pantalón, que es parte del traje samurai tradicional, con siete pliegues que se utilizan para recordar los siete valores de este. Estos son:
1. Yuki: valor, valentía
2. Jin: humanidad, caridad, benevolencia
3. Gi: justicia, rectitud, integridad
4. Rei: etiqueta, cortesía, civilidad
5. Makoto: sinceridad, honestidad, realidad
6. Chugi: lealtad, fidelidad, devoción
7. Meiyo: honor, crédito, gloria; también reputación, dignidad, prestigio.
Valores muy apreciados, e incorporados en y para la práctica, y la vida.